"On n'est pas dans le futurisme, mais dans un drame bourgeois ou un thriller atmosphérique"
Turiddu Macca, el hijo de la sena Anuncia, al volver de servir al rey, pavoneabase todos los domingos en la plaza, con su uniforme de tirador y su gorro rojo, que parecia talmente el hombre de la buenaventura cuando saca la jaula de los canarios. A las mozas ibanseles tras él los ojos, según entraban en misa, recatadas bajo la mantilla, y los chiquillos revoloteaban como moscas a su alrededor. Habia traido hasta una pipa con el rey a caballo, que parecia de verdad, y encendia los fósforos en la trasera de los pantalones, levantando la pierna como si diese un puntapié. Mas, con todo, Lola la del senor Angel no se dejaba ver ni en misa ni en el balcón: que se habia tomado los dichos con uno de Licodia que era carretero, y tenia en la cuadra cuatro machos del Sortino. Cuando Turiddu lo supo, en el primer pronto, ¡santo diablo!, queria sacarle las tripas al de Licodia; pero no lo hizo, y se desahogó yendo a cantar bajo la ventana de la bella cuantas canciones de desdenes sabia.
- ¿Es que no tiene nada que hacer Turiddu, el de la sena Anuncia - decian los vecinos -, que se pasa las noches cantando como un gorrión solitario?
Al cabo, topó con Lola, que volvia del viaje a la Virgen de los Peligros, y que al verle ni palideció ni se puso colorada, cual si nada hubiera pasado.
- ¡Ojos que te ven!- le dijo.
- Hola, compadre Turiddu; ya me habian dicho que habias vuelto a primeros de mes.
- ¡A mi me han dicho otras cosas! - respondió -. ¿Es verdad que te casas con el compadre Alfio el carretero?
- ¡Si es la voluntad de Dios...! - contestó Lola, juntando sobre la barbilla las dos puntas del panuelo.
- ¡La voluntad de Dios la haces con el tira y afloja que te conviene! ¡Y la voluntad de Dios ha sido que yo tenia que venir de tan lejos para encontrarme con tan buenas noticias, Lola!
El pobrecillo intentaba aún darselas de valiente; pero la voz casi le faltaba e iba tras de la moza contoneandose, bailandole de hombro a hombro la borla del gorro. A ella, en conciencia, le dolia verle con una cara tan larga; pero no tenia animos para lisonjearle con buenas palabras.
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