80 ans après, il est toujours essentiel de faire comprendre cet événement aux plus jeunes
Una manana, Úrsula y Gudrun Brangwen estaban sentadas en el balcón mirador de la casa de su padre, trabajando y conversando. Úrsula daba puntadas a un bordado de vividos colores, y Gudrun dibujaba sobre una tabla que sostenia en las rodillas. Hablaban poco, con largos intervalos de silencio, y, cuando lo hacian, parecia que expresaran pensamientos que de tanto en tanto cruzaban al azar su mente. Gudrun dijo: -Úrsula, ¿tienes verdaderas ganas de casarte? Úrsula dejó el bordado en su regazo y alzó la vista. La expresión de su cara era serena y meditativa. Replicó: -No lo sé. Depende de lo que hayas querido decir. Gudrun quedó levemente sorprendida y miró durante unos instantes a su hermana. Con ironia repuso: -Bueno... por lo general, casarse sólo significa una cosa. De todos modos, ¿no crees que estarias -en este punto, la expresión de Gudrun se hizo levemente sombria- en mejor situación que en la que estas? Una sombra cruzó la cara de Úrsula: -Quiza. Pero tampoco lo sé con certeza.
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