"On n'est pas dans le futurisme, mais dans un drame bourgeois ou un thriller atmosphérique"
Si el entresuelo que habitan en Madrid dona Aurora Nogueira de Pardinas y su hijo único Rogelio no es ni de los menos obscuros ni de los mas espaciosos, tiene en desquite la ventaja inestimable de encontrarse sito en la calle Ancha de San Bernardo, tan frontero a la Universidad Central, que, hablando en plata, aquello es vivir en la Universidad misma. Encajada la senora dentro de su butaca de gutapercha, en el rincón de la ventana, mientras crece y mengua su labor de calceta sin mirarla una sola vez, sigue los pasos al adorado chiquillo, y en cierto modo, salvando la distancia de la calle y calando el espesor de las paredes, le acompana hasta el aula misma. Le ve entrar; al salir observa si se detiene en algún grupo, y con quién charla, y cómo se rie; conoce a todos los camaradas, a los amigotes, a los antipaticos, a los estudiosos, a los holgazanes, a los asiduos, a los que hacen rabona casi siempre. También esta familiarizada con las caras de los profesores, y estudia su continente y su modo de responder al saludo de los discipulos, sacando de los signos exteriores importantes consecuencias psicológicas, relacionadas con el problema de los examenes. -« ¡Ay! Alli viene ya el viejino Contreras, el de Procedimientos. ¡Qué afable!... ¡Qué cara de santo! Anda despacito el pobre... bien se nota que padece reuma articular, como yo. ¡Malpecado! Me es simpatico por eso. No, y sobre todo, porque sé que es blando y que le ha de dar a Rogelio un aprobado como una casa. Ahora sale Ruiz del Monte, tan almidonado y tan engreido. Parece todo él hecho de una pieza. ¡Pobres de nos! Con éste no valen empenos, ni influencias, ni... Arre que le han de saber los chicos la asignatura tan bien como él. Pues para eso, que les deje a ellos la catedra... y la paga. ¡Ay! Ahi tenemos al senor de Lastra. Jorobadito es un poco. ¡Qué gracia, las caricaturas que los muchachos le sacan en clase! Y se pasa de campechano. Ahi esta pegandole palmadas en el hombro a Benito Diaz, el amigacho de Rogelio. Me parece uno de esos senores que dejan rodar el mundo. Bendito él sea. No sé qué se saca de disgustar a las familias y crucificar a los pobres rapaces.»
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