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Los Escritos Irreverentes

Couverture du livre « Los Escritos Irreverentes » de Mark Twain aux éditions Culturea
  • Date de parution :
  • Editeur : Culturea
  • EAN : 9791041811458
  • Série : (-)
  • Support : Papier
Résumé:

El Creador estaba sentado en su trono, pensando. A sus espaldas se extendia el ilimitado continente del cielo, impregnado en un glorioso resplandor de luz y color; y ante Él se elevaba, como un muro, la negra noche del Espacio. Su poderosa mole se alzaba hacia el cenit robusta como una montana... Voir plus

El Creador estaba sentado en su trono, pensando. A sus espaldas se extendia el ilimitado continente del cielo, impregnado en un glorioso resplandor de luz y color; y ante Él se elevaba, como un muro, la negra noche del Espacio. Su poderosa mole se alzaba hacia el cenit robusta como una montana coronada por su divina cabeza, que relucia como un sol distante. A sus pies se erguian tres personajes colosales, disminuidos por contraste casi hasta la extinción; eran los arcangeles, cuyas cabezas le llegaban a la altura del tobillo.
Cuando el Creador terminó de pensar, dijo: -He pensado. ¡Mirad!
Levantó la mano y de ella surgió un chorro de fuego pulverizado, un millón de soles fabulosos que hendieron y surcaron la oscuridad, alejandose y alejandose, menguando en tamano y brillo al penetrar los distantes confines del Espacio, hasta convertirse en minúsculos diamantes refulgiendo bajo la inmensa bóveda del universo.
Al cabo de una hora, el Gran Consejo se disolvió.
Impresionados y pensativos, los miembros se alejaron de la Presencia y se retiraron a un lugar privado para poder hablar con libertad. Ninguno de los tres parecia dispuesto a iniciar la conversación, prefiriendo que lo hiciera algún otro. Todos deseaban ardientemente discutir el gran acontecimiento, pero no deseaban comprometerse hasta saber cómo lo valoraban los demas. Asi que hubo un cruce de palabras vagas y titubeantes sobre temas sin importancia; y aquello se prolongó tediosamente sin llegar a ninguna parte, hasta que finalmente el arcangel Satan se armó de valor -cosa de la que estaba sobradamente aprovisionado- y rompió el hielo.

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