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La Senora Dalloway

Couverture du livre « La Senora Dalloway » de Virginia Woolf aux éditions Culturea
  • Date de parution :
  • Editeur : Culturea
  • EAN : 9791041810925
  • Série : (-)
  • Support : Papier
Résumé:

La senora Dalloway dijo que ella misma compraria las flores.
Porque Lucy ya le habia hecho todo el trabajo. Las puertas serian sacadas de sus goznes; los hombres de Rumpelmayer iban a venir. Y entonces, pensó Clarissa Dalloway, ¡qué manana! -fresca como si fuesen a repartirla a unos ninos en la... Voir plus

La senora Dalloway dijo que ella misma compraria las flores.
Porque Lucy ya le habia hecho todo el trabajo. Las puertas serian sacadas de sus goznes; los hombres de Rumpelmayer iban a venir. Y entonces, pensó Clarissa Dalloway, ¡qué manana! -fresca como si fuesen a repartirla a unos ninos en la playa. ¡Qué deleite! ¡Qué zambullida! Porque eso era lo que siempre habia sentido cuando, con un leve chirrido de goznes, que todavia ahora seguia oyendo, habia abierto de golpe las puertaventanas y se habia zambullido en el aire libre de Bourton. Qué fresco, qué tranquilo, mas que ahora desde luego, estaba el aire en las primeras horas de la manana; como el aleteo de una ola, el beso de una ola, frio y cortante y sin embargo (para los dieciocho anos que tenia entonces), solemne, sintiendo, como sentia alli de pie en la ventana abierta, que algo terrible estaba a punto de suceder; mientras miraba las flores, los arboles, el humo escapando entre su fronda, y a los grajos volando arriba y abajo; de pie y mirando hasta que Peter Walsh dijo: «¿Mirando a las musaranas?» -¿eso dijo?-. «Prefiero a los hombres antes que las musaranas» -¿eso dijo? Debió decirlo en el desayuno cuando ella habia salido a la terraza. Peter Walsh. Volveria de la India un dia de éstos, en junio o julio, habia olvidado cuando, pues sus cartas eran terriblemente pesadas; eran sus dichos lo que una recordaba; sus ojos, su cortaplumas, su sonrisa, su mal genio y, una vez que miles de cosas se habian disipado completamente -¡qué cosa tan extrana!- unos cuantos dichos como éste, sobre las musaranas. Se irguió un poco sobre el bordillo esperando que pasara el camión de Durtnall. Una mujer encantadora, pensó Scrope Purvis (que la conocia como uno conoce a los vecinos de Westminster); tenia el no sé qué de un pajarillo, del arrendajo, verde azulado, ligera, vivaracha, aunque tenia cincuenta anos cumplidos, y muy palida desde su enfermedad. Ahi estaba ella encaramada, sin verlo, esperando a cruzar, bien erguida.

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