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La montalvez

Couverture du livre « La montalvez » de Jose Maria De Pereda aux éditions Culturea
  • Date de parution :
  • Editeur : Culturea
  • EAN : 9791041935604
  • Série : (-)
  • Support : Papier
Résumé:

Pulcro y rollizo; suave y risueno, y, al mismo tiempo, solemne y espetado; vulgar obscuro de meollo; rico, huérfano y libre; sin nervios ni hieles en el cuerpo, ni senal de polvo de las aulas en la ropa; vicioso a la chita callando; enamorado de su estampa, de su talento, de su elocuencia, y... Voir plus

Pulcro y rollizo; suave y risueno, y, al mismo tiempo, solemne y espetado; vulgar obscuro de meollo; rico, huérfano y libre; sin nervios ni hieles en el cuerpo, ni senal de polvo de las aulas en la ropa; vicioso a la chita callando; enamorado de su estampa, de su talento, de su elocuencia, y especialmente de los timbres de su linaje, y dejandose correr, con todas estas ventajas, a lo largo de la vida en lo mas substancioso de ella, sin otros fines que el regalo de la querida persona, con la satisfacción de todos los apetitos, pero sin prefacios de grandes desvelos, ni epilogos de incómodas harturas... eso era el caballero marqués de Montalvez (titulo con polillas, de puro rancio); eso era en los tiempos de su mocedad; y asi fue tirando el pobre, sin visible quebranto en la salud, aunque con muchos y muy gordos en el caudal, hasta que le apuntaron la calvicie en el cogote y la pata de gallo en los ojos. Entonces se decidió a casarse; y contra lo que era de esperar de sus devociones y pujos aristocraticos, partió su blasonado lecho con la hija única de un rico ex contratista de carreteras y suministros, rozagante y frescachona, eso si, pero no tan hermosa, seguramente, como él la pintaba, quizas en su empeno de justificar con la ley irresistible de una pasión desinteresada, una caida desde lo mas alto de las cumbres de su vanidad.
El mundo, del cual era el marqués uno de los mas brillantes sustentaculos, lo vela muy de otro modo; pero el recién casado no paraba mientes en ello, o fingia no pararlas. Lo cierto es que la hija del rico ex contratista hacia a maravilla el papel de marquesa; que el marqués alimentó no poco la extenuada corriente de sus caudales con el copioso manantial del bolsón de su suegro; que éste parecia muy complacido viendo cómo lucian sus prodigalidades en la flamante jerarquia de su hija; que la encopetada sociedad de la corte, a pesar de sus escrúpulos y reparos de estirpe, propalados de oreja en oreja a escondidas de los despellejados, abria de par en par a éstos las puertas de sus salones, y que no eran las galas, ni el esplendor, ni el natural donaire de la advenediza, lo que menos se aplaudia en ellos.

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