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Abril de 1998, «oposición proletaria al imperialismo europeo e imperialismo unitario» : desde hace veinte años este ha sido el lema de nuestro periódico, Lotta Comunista. Hay tres indicaciones estratégicas.
En primer lugar, el contenido imperialista de la construcción europea, cuyo motor último reside en la contienda mundial, y en la reacción ante la emersión de Asia y de China en particular. La ideología de una Europa benigna habla de una Comunidad Europea nacida en los años Cincuenta como respuesta a la autodestrucción del Viejo Continente en dos guerras mundiales. La realidad de la disputa muestra, en cambio, una UE en busca de los poderes e instrumentos para una Europa potencia, capaz de luchar contra los Estados Unidos a la par y soportar el impacto de la intromisión china. Si la UE ha acabado con la guerra y la violencia entre los Estados en su interior, será para proyectar su poder hacia el exterior.
En segundo lugar, la oposición al imperialismo europeo, es decir, al «enemigo en nuestra casa» en el lema de los internacionalistas de 1914, presupone la lucha no solo contra la Unión Europea sino también contra los recintos nacionales empuñados por el capital en los siglos del ascenso y afirmación burguesa hasta el siglo XX imperialista, bajo cuya insignia precisamente Europa fue destruida en las dos guerras mundiales entre 1914 y 1945. Solo el internacionalismo comunista, con el asalto de Octubre de 1917, supo oponerse a esa carnicería.
Hoy, el retorno a los mitos del nacionalismo y la soberanía de las pequeñas patrias son una mera charlatanería frente a las colisiones históricas, como la emersión de China o la irrupción de los flujos migratorios. Receptáculos de las ideologías más reaccionarias y xenófobas, esas ideologías asustadas de la pequeña burguesía y las capas intermedias se oponen a la unidad del mercado de la fuerza de trabajo a escala continental. La libre circulación de los asalariados en la UE, con los espacios que ofrece a la unidad del proletariado en Europa, es una ventaja objetiva y sin précédentes desde el punto de vista de las relaciones de las fuerzas de clase.
Finalmente, en el concepto de imperialismo unitario, está contenida la oposición de clase a la dominación mundial del capital : en la dialéctica de unidad y escisión -las potencias están en lucha entre sí, pero unidas para asegurar el dominio de clase- el desarrollo imperialista ha llevado a un aumento colosal del proletariado mundial.
Dos mil millones de trabajadores asalariados : es la fuerza de nuestra clase a nivel global ; contra las ideologías encogidas por temor al nuevo ciclo político, los trabajadores de vanguardia deben aferrar con firmeza el principio del internacionalismo : es una necesidad vital, para no terminar como una presa de las ideologías venenosas del nacionalismo, así como de la nueva reacción, a escala continental, del europeísmo imperialista o de los mitos de otras potencias.
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